La torre de los Alburquerques
Santo Ángel, febrero 2020 | Ángel Matas Zapata.
El origen de esta denominación se debe a una Cruz de madera que estaba situada al principio del Carril del mismo nombre, en memoria de un hombre que según la tradición murió en un accidente con su carro. Años después, durante una tormenta, un rayo partió la Cruz, conservando de ahí en adelante el nombre de Cruz Quebrada, que posteriormente se extendió al resto de la finca.
La Cruz, año 2019, al principio del Carril de la Cruz
Dicha hacienda iba desde el Carril que le daba nombre por el sur, hasta pasada la acequia de Alguazas por el norte. A Levante limitaba con el Camino de Santa Catalina y a Poniente con el Camino de los Caballeros y la Torre Poyo.
La Casa Torre de la finca, aunque por escasos metros situada actualmente en territorio del partido de Aljucer, ha sido desde el principio el centro neurálgico de la zona, ya que era donde el administrador cobraba el arriendo o rento de las tierras en régimen de aparcería, y también porque disponía de una pequeña ermita que daba servicio religiosa a la huerta.
La Casa-Torre de los Alburquerques (aprox. 1920)
La Casa tenía entre sus fines la crianza de la seda que muchos han fijado en el amanecer de los tiempos y otros, ligada al dominio musulmán de esta zona hasta el siglo XIII.
En efecto la Finca estaba dedicada sobre todo al cultivo de la morera, ya que éste era básico en la economía del huertano desde el siglo XVII hasta mediados del XX, aunque también existía el llamado policultivo de huerta (hortalizas, frutales…), para salir adelante, cuando la cosecha sedera no era suficiente para cubrir las necesidades de la familia.
La morera con sus diversas clases (negra, blanca y péndula) tiene su sistema de gemación particular como árbol de hoja caduca que es. Los primeros brotes después del invierno empiezan a finales de febrero y principios de marzo según los años, tiempo que se consideraba de partida en la crianza del gusano de seda.
La Casa-Torre y la Ermita de los Alburquerques
Los huertanos de toda la zona acudían en romería el primer viernes de marzo a la ermita de San Antonio “el Pobre”, para la Bendición de la simiente de la Seda, actividad que se cumplía con verdadero celo, para que la cosecha de cada familia tuviese buenos resultados.
Los romeros partían de la antigua capilla de la Estación Sericícola acompañando al Cristo del Perdón, y por la Cuesta de los Caños subían hasta la Ermita del santo anacoreta a cumplir con la tradición anual.
Manuel Cárceles, el inolvidable “Patiñero”, nos dejó esta bendición de la simiente de los gusanos de seda:
Santo Padre Omnipotente consuelo del buen huertano haz que salga limpio y sano el fruto de esta simiente. Haz que una seda excelente salga de nuestro “capillo” y que el huertano sencillo después del rento pagar pueda algún duro dejar para echar en tu cepillo. |
Volviendo al tema que nos ocupa, esta finca se encuentra dentro de una importante extensión de huerta llamada Los Alburquerques, que debe su nombre a una familia de agricultores que se convirtieron, tras varias generaciones, en los principales aparceros de las tierras, caseros de la Casa Torre y cuidadores de la ermita.
Cuando en 1869 se inscribe la finca en el Registro de la Propiedad, (Tomo 158, página 70, Finca 11.791), al describir la propiedad dice: “Una hacienda compuesta por ciento cincuenta y dos tahuras, equivalentes a diecisiete hectáreas y setenta y dos centiáreas que comprende además los siguientes edificios: una casa sin numero habitada por Tomás Alburquerques Moreno, una casa y barraca habitada por Antonio Alburquerque, otra casa habitada por la viuda de José Alburquerque, tres casas más habitadas por José Alburquerque y una casa y barraca habitada por José Francisco Alburquerque”.
Porches en la casa Aparceros
Después de esto, es fácil entender que viendo quienes ocupaban la tierra, se diga desde hace muchos años, que allí vivían y viven los Alburquerques. En la misma inscripción registral, se dice que existe una casa-torre de tres plantas con una superficie de 744 metros cuadrados, la ermita adosada que ocupa una superficie de 70 metros cuadrados y la sacristía 12,25 metros cuadrados.
La construcción de este conjunto de edificaciones parece ser que tuvo lugar a mitad del siglo XVII.
Como testimonio de esta labor sedera, las hermanas Josefina y María Gallego, más conocidas en La Alberca y en su huerta como “las Nicasias”, desde su vivienda en el Carril de la Cruz Quebrada, y al igual que lo hicieran sus antepasados, se han ocupado de preparar la boja de capullos de seda que Nuestro Padre Jesús luce en sus pies cada Viernes Santo en la procesión de “los moraos”, en Murcia capital. Aunque hoy solo ha quedado como labor meramente nostálgica, la crianza del gusano de seda fue muy importante, no solo para los huertanos, sino también para el propio concejo capitalino que recogía sus buenos impuestos sobre esta actividad. Con estos impuestos se construyó junto a la Catedral, el Seminario de San Fulgencio (actualmente Conservatorio de Música y Danza), el Puente Viejo en 1718 y el Palacete de la Seda.
Reconstrucción de la Ermita de los Alburquerques
Desde finales del XVIII y hasta el fin del XIX, la Hacienda de la Cruz Quebrada era propiedad de la familia Chico de Guzman, que procedían de Cuenca y habían llegado siglos atrás a tierras de Murcia para repoblar Cehegín a petición de los Reyes Católicos. La Cruz Quebrada pasó después de varias particiones y herencias a Dª Soledad Salazar y Chico de Guzmán. A finales del siglo XIX, la pierde al no poder hacer frente a la una hipoteca que había contraído, entonces la vende a D. Luis Ayuso de Bonnemaison, vecino de Sevilla y representado su hermano Enrique Ayuso, por la cantidad de 75.000 pesetas, manteniendo este a los Alburquerque como principales arrendadores de la finca.
Restauración de la Casa-Torre de los Alburquerques
Después de todos estos avatares la Cruz Quebrada pasó a manos de Dª Mª Dolores Ayuso Chapulí, hija de D. Luis Ayuso y sus tierras permanecen unidas con una superficie de 17 hectáreas y 72 centiáreas (152 tahullas y 1 ochava).
Cuando fallece Dª Mª Dolores la finca se divide en tres partes más o menos iguales que heredan sus hijos, perdiéndose a partir de este momento el concepto de unidad de la finca, empezando poco a poco las segregaciones de parcelas que año tras año se multiplicaron.
Restauración de la Casa-Torre
Los propietarios se han reservado siempre como insignia de la Finca la Casa Torre y la Ermita, hasta que a finales del siglo XX, la empresa Sanideco (hoy desaparecida), se hace con la parcela que ocupa la Torre, la Ermita y las tierras adyacentes.
Los escudos nobiliarios de la Torre y de la Ermita se los llevaron a los jardines del Museo Arqueológico de Murcia.
En la casa torre vivió muchos años el tío Miguel de la Ermita y la tía Dolores que eran los que mas tierras tenían arrendadas.
La Ermita de los Alburquerques
Ermita de los Alburquerques (02/20)
La construcción de la ermita tuvo lugar en 1688, y es de planta rectangular, de 60 metros cuadrados de superficie y con una pequeña sacristía adosada en la parte izquierda de su cabecera de unos 10 metros cuadrados. De factura posterior a la Casa Torre, es el levantamiento de una ermita anexa para independizarse en materia espiritual, y al mismo tiempo acercar el culto a los feligreses de la zona, aunque para celebrar los Sacramentos del Bautismo y del Matrimonio la gran mayoría, sobre todo los huertanos al sur de la acequia de Alguazas pertenecían de hecho, al igual que hoy en día a la parroquia del Rosario de La Alberca.
Ermita de los Alburquerques y la Casa-Torre (02/20)
Así lo confirma la escritura fundación al, realizada por el escribano público D. José Bastida, el 26 de abril de 1720. En dicho documento el propietario de la hacienda solicitaba a D. Luis Belluga y Moneada, obispo de la diócesis, el correspondiente permiso para la construcción de una ermita en las tierras que había heredado por el fallecimiento de sus padres. El motivo principal que alegaba dicho señor para la construcción de este sagrado recinto era, según sus propias palabras y dado el elevado contingente poblacional que habitaba en aquellos parajes, el hecho de «no haver hermita ni Iglesia mas inmediatas que la de Nuestra Señora de la Fuensanta y Parrochial de Algezares, que están algo distantes, motivo porque muchas personas en los tiempos de la cría de Seda, se quedan sin el veneficio de oír en los días festivos el SantoSacrificio de la Misa, por no abandonar sus frutos». (Archivo Histórico de Murcia, protocolo 2476, folio 70).
La Ermita se dedicó a la Nuestra Sra. en su advocación de Loreto, ya que según la tradición oral, la que costeó la imagen de la Virgen fue una señora de Aljucer pero oriunda de Algezares, la cual tenía muchísima devoción a la patrona de su pueblo de origen, y prometió que si su hija se curaba de una penosa dolencia que padecía, donaría la imagen de la Virgen para la Ermita, aunque por otro lado, parece ser que también los Padres Franciscanos de Santa Catalina tuvieron su influencia en la elección de la advocación mariana de la ermita, ya que ellos fueron responsables de la difusión de la devoción de la Virgen de Loreto, proveniente de Italia por varios lugares de España.
La Casa-Torre (2/20)
Pero en definitiva Ntra. Sra. de Loreto fue la que subió al camarín de la pequeña Ermita y su primitiva imagen se atribuyó, en su tiempo, al insigne Salzillo; desgraciadamente en la Guerra Civil la Virgen es pasto de las llamas, y queda destruida totalmente a excepción del Niño Jesús, que fue salvado por la tía Dolores que lo lió en un viejo mantel y lo escondió en un cañal en el quijero de la acequia de Alguazas.
Al terminar la contienda y a través del párroco de Aljucer, enviaron a Valencia al Niño, junto con una foto de la imagen original de la Virgen para que un escultor hiciera una nueva talla, pero ajustándose al modelo atribuido a Salzillo. Sin embargo ni volvió de Valencia el Niño, ni la foto de la Virgen. El escultor se limitó a enviar la nueva imagen, y a pesar del fraude nadie reclamó nada, con lo cual el asunto se quedó como estaba.
Una anécdota muy interesante y digna de resaltar, es que cuando se supo de la llegada de la nueva imagen de la Virgen, los Mayordomos pensaron que para darle un mayor realce a su regreso, buscarían una casa donde alojarla una noche, y a la mañana siguiente en procesión, conducirla hasta su ermita. Sin pensarlo dos veces se encaminaron a una casa, actualmente derribada que estaba unos metros antes del “Alias” y que tenía un torre. El dueño los recibió amablemente y aceptó inmediatamente la propuesta de alojar en su casa la imagen.
Placa en la entrada de la ermita de nuestra señora de Loreto, que recuerda la generosidad de Pedro Gallego Frutos
El Mayordomo D. Pedro Gallego Frutos, acompañado de su hijo Antonio, (actual Sacristán y gran conocedor de la historia de este lugar), se dirigieron en un carro tirado por una mula, hasta la estación del Carmen, y la llevaron hasta la citada casa.
A la mañana siguiente, cuando fueron a recogerla e iniciar el traslado, se llevaron una gran sorpresa, pues estaban esperando, el Gobernador Civil, el Alcalde de Murcia, el Teniente Coronel de la Base Aérea ser Alcantarilla y varias autoridades más, que les acompañaron durante el recorrido.
Nuestra Señora de Loreto
Resulta que el propietario de la casa donde habían pedido el favor era el Comisario Jefe de Policía de Murcia, trasladado desde Madrid, y lo mejor es que al llegar a la ermita y ver en el estado que se encontraba, se encargo de las reparaciones necesarias, que eran bastantes, y durante años ejerció como protector.
En la entrada de la actual ermita, una placa recuerda la generosidad de aquel hombre que tanto hizo por la conservación de aquel entorno.
La Torre Poyo y la ermita de Los Alburquerques se encontraban bajo la jurisdicción religiosa de la parroquia de Aljucer, pero sin embargo el servicio y los cultos estaban encargados a los Franciscanos de Santa Catalina del Monte de Santo Ángel.
Procesión de la Virgen de Loreto
Para dar más realce a las Fiestas y al culto de la Virgen de Loreto entre 1910 y 1920 se creó la Hermandad de Mayordomos en la cual mediante turno rotativo los hombres de la Huerta en número de doce, entraban a formar parte, ocupándose de todo lo concerniente a la Virgen y de los festejos en su honor que hasta hace muy pocos años, se celebraban siempre una semana antes que las Fiestas de La Alberca.
El acto central de estas fiestas era la procesión de la Virgen, que salía de la ermita y recorriendo el Camino de Sta. Catalina, primero por su margen de poniente y después por la de levante, llegaba hasta la subida al puente del Reguerón por el sur, y hasta casi la Carretera de El Palmar por el norte, recogiéndose en su ermita antigua, la cual se engalanaba coquetamente para tal evento.
Ermita de Nuestra Señora de Loreto
Tras varios intentos de ampliación de la Ermita en los años 70 del pasado siglo, y no poder hacerlo en la misma Finca, se decidió trasladar la misma a un solar más al norte, donde se construiría además de la ermita, un colegio y un hogar para ancianos. Del primer proyecto solo han visto la luz la ermita de nueva factura y el Hogar de Betania para ancianos, el colegio se quedó en el tintero. La nueva ermita se inauguró el 29 de mayo de 1988 trasladando la imagen de la Virgen en procesión hasta la misma, junto con los pocos enseres de culto que se conservaban.
Ermita de Nuestra Señora de Loreto
La ermita antigua se encuentra hoy desacralizada, y fue restaurada al igual que la Casa Torre, con lo que se ha evitado que se perdiera como ha ocurrido con otros edificios emblemáticos.
Residencia Hogar de Betania
El molino de la Cruzquebrada
A orillas del Segura Alfonso X autorizó la construcción de molinos, y se extendieron además de los que existían, los molinos hidráulicos fijos en torno a los cauces del río y de las múltiples acequias que vertebraban la huerta de Murcia.
De la decena de molinos que existían a mitad del siglo XIX por las tierras que regaba la Acequia Mayor de Barreras, uno se encontraba en el partido de Alberca. El llamado Molino de la Cruz Quebrada que se construyó sobre otro anterior en el cauce de la acequia de Alguazas, y que daba servicio a una amplia zona de influencia.
Según las investigaciones parece que este molino podría ser el construido en 1437 por Pedro Manuel en su heredad, que se regaba con la mencionada acequia de Alguazas, en el tramo de acequia anterior a la salida de ella de la Aljorabia, pasando a finales del siglo XV a manos de Pedro de Soto.
Los dueños del molino no solían trabajar en ellos y empleaban para ello arrendadores que eran los verdaderos molineros, y que solían así mismo cobrar la mayoría de veces en especie, con lo que se llamó la “maquila” o parte proporcional de lo molido para pagar dicha labor, por eso se les denominaba molinos maquileros, denominación que vino con los repobladores castellanos y leoneses, que se
asentaron en estas tierras en los primeros repartimientos.
Los molinos solían causar también perjuicios y problemas sobre todo en épocas de escasez de agua, ya que solían represarla para obtener la energía necesaria para mover las muelas, y mientras tanto cortaban la corriente en el resto del cauce de la acequia. Así, comenta Díaz Cassou, “el molino altera la economía de los riegos, destruye los quijeros y arruina los cauces. En el verano, cuando el regante sufre de mayor escasez, el molinero, que también la sufre y necesita de la misma fuerza motriz en todo momento, la roba donde la encuentra para conducirla a su molino y tirarla sin provecho de regante al Segura”. Esto también se pone de manifiesto en la tradición oral como bien explica el refrán de la huerta: “Vale más molino parado que amistad de
molinero”.
El molino de Cruz Quebrada, en cuanto a su funcionamiento, recibía el agua directamente del cauce de la acequia de Alguazas, y se encuentra actualmente en ruinas, pese a que en 1992, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia hizo un informe sobre estos edificios para que se declarara este conjunto arquitectónico como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento, pero en 2009, el expediente caducó.
Para la recopilación de este trabajo he tenido la suerte de poder disponer del libro de mi buen amigo, el admirado Catedrático de la Universidad de Murcia D. Juan Ros García, titulado
“Hacienda Cruz Quebrada. La Torre de los Alburquerques”, y de un magnifico trabajo de José Antonio Saura Sánchez publicado en “La Alberca: Colores de su pasado”, editado por la Hermandad del Rosario de la Alberca en 2007.
Especial agradecimientos a la empresa Cervemur por haber facilitado fotografiar la Casa-Torre y la antigua ermita de los Alburquerques dentro del recinto de Cervemur en la avenida de Santa Catalina (Murcia).
Este artículo forma parte del Taller “recopilación de la historia y la memoria de Santo Ángel” 2019.
Bibliografía:
-“Hacienda Cruz Quebrada. La Torre de los Alburquerques”, de D. Juan Ros García.
-“La Alberca: Colores de su pasado”, editado por la Hermandad del Rosario de la Alberca, de – José Antonio Saura Sánchez.
– «Arquitectura religiosa popular en la huerta de Murcia» de Angeles Belmonte García, Manuel Pérez Sánchez y Joaquín Martínez Gil.
Fotografías:
D. Juan Ros García
Archivo Regional
Jerôme van Passel
D. Ángel Matas
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