La Montaña Mágica
Santo Ángel, febrero 2021 | Ángel Matas Zapata.
La zona de monte comprendida entre La Alberca, Santo Ángel y Algezares ha tenido desde siempre, una gran carga espiritual que aun hoy día es sencillo comprobar, dada la cantidad de edificios religiosos cargados de historia y devoción que la pueblan, como son El Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, El Convento Franciscano de Santa Catalina, el Santuario Ibérico de la Luz, el Eremitorio de la Luz y la Ermita de San Antonio el Pobre. Si a esto añadimos el Seminario de Verano y los conventos de religiosas que se han asentado en las proximidades del Santuario de nuestra Patrona (Carmelitas Descalzas, Hermanas Pobres del Convento de Santa Verónica, Convento Obrador de San Antonio y las Religiosas Benedictinas del Santuario), nos indican, sin lugar a duda, que estos lugares han sido y siguen siendo uno de los focos de energía espiritual más importantes de la Región.
Santuario Nuestra Señora de la Fuensanta
Hace mas de 5000 años
Esta zona ha sido, por su situación elevada, fácil de defender contra los posibles atacantes, así como de las continuas inundaciones que se producían en la vega como consecuencia de los desbordamientos del rio Segura y el rio Guadalentín. Por ello se sabe que fue poblada desde hace mas de 5000 años, y que hace más de 2500 ya se consideraba un importante centro de peregrinación hacia el Santuario Ibérico de La Luz, que posiblemente era continuación de ceremonias y cultos que se celebraban en cuevas desde mucho antes. No es de extrañar pues que hay quien llama a este entorno “la Montaña Mágica”, por la facilidad de conectar con lo sagrado.
En la Edad Media, se produce la llegada de ascetas y ermitaños que ocuparon las abundantes cuevas existentes, y que contaban con las numerosas fuentes que manaban en la zona, con el propósito de llevar una vida dedicada a la oración, en absoluta soledad y pobreza.
Unas de las muchas cuevas en el parque el Valle
Juan el Pobre
Uno de estos ermitaños fue Juan el Pobre, que se inspiró en la figura de Pablo el Ermitaño, y que se retiró a una de estas cuevas, en la que colocó un cuadro de San Antonio Abad, al que profesaba una gran devoción, y que posteriormente sería el origen de la ermita. Creo que sería interesante conocer algo sobre las vidas de Pablo el Ermitaño y de San António Abad, conocido también como San Antón, ya que siguiendo su ejemplo se inició la actividad de los ermitaños es esta zona.
La historia de Pablo el Ermitaño comienza en el marco de una cruenta persecución ordenada por Decio (año 249) contra los cristianos del imperio, y que tiene en Egipto un fuerte impacto. Pablo era por ese entonces un adolescente de dieciséis años, Había nacido en Tebas (en el bajo Nilo) y, como huérfano, era el heredero de una gran fortuna. Su origen noble le había permitido una buena formación, y vivía con una hermana casada, cuyo marido pasó a ser uno más de sus perseguidores, con el propósito de apropiarse de su herencia.
Esta doble persecución lleva a Pablo al desierto con el fin de ocultarse. Sin embargo, mientras esperaba que todo volviese a la normalidad, se dio cuenta de que esa era la vida que quería llevar, y decidió internarse más en el desierto buscando la soledad.
Imagen del ermitaño en el Centro Visitante San Antonio el Pobre
Se instaló en una cueva, cerca de la cual había una fuente de agua y una palmera. Con las hojas de la palmera entrelazadas hacia su vestuario, sus dátiles le servían de alimento, y con el agua de la fuente calmaba su sed. Así pasará muchos años alimentándose de dátiles hasta que, durante los últimos 60 años de su vida, un cuervo comenzó a llevarle diariamente medio pan.
San Antonio Abad
San Antonio Abad nació en Egipto en el año 251 después de Cristo y vivió hasta los 105 años. Hijo de una familia acomodada, se quedó huérfano muy joven. Entonces vendió todos sus bienes, entregó el dinero a los necesitados y se fue a vivir al desierto, durmiendo en una cueva y llevando una vida totalmente austera. Cuando tenía 35 años cruzó el Nilo y se retiró al monte Pispir, donde vivió durante 20 años en total soledad. En esa etapa, se alimentó gracias a la ayuda de las personas que le lanzaban comida por encima del muro de su refugio. Su fama de hombre santo atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños, por lo que se le considera el padre de la vida monacal cristiana (es decir, el creador de la figura del “monje”).
Después se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo, en completa soledad, hasta que casi al final de su vida se despertó en el un gran interés por conocer a Pablo el Ermitaño, y salió a buscarlo, caminando sin parar hasta encontrarlo. Se abrazaron y pasaron muchas horas hablando, hasta que vieron aparecer al cuervo que traía esta vez un pan entero en el pico. Pablo admirado por el hecho comento: “Hace 60 años que este cuervo me trae cada día medio pan, pero hoy en tu honor me ha doblado la ración”.
San Antonio Abad y San Pablo, primer ermitaño fue pintado por Velázquez en 1634 y se conserva en el Museo del Prado de Madrid (Wikipedia)
Sabiendo el Ermitaño que su muerte estaba muy próxima, y con el fin de evitarle a Antonio el sufrimiento de verle en sus últimos momentos, le pidió que le trajese el manto de San Atanasio que estaba en un convento, a cuatro días de marcha. Cuando regreso lo encontró muerto, lo saco de la cueva, lo amortajo, y se dio cuenta de que no tenía ningún tipo de herramienta para cavar la tumba. Además, el convento estaba demasiado lejos para solucionar el problema.
Entonces vio que dos leones se dirigían corriendo hacia él, por lo que quedó horrorizado. Los leones llegaron hasta donde estaba el cuerpo de Pablo y dando grandes gemidos comenzaron a cavar la tierra con sus garras hasta que estuvo terminada la sepultura.
Por esta razón se considera desde muy antiguo a San Antón como el patrón protector de los animales y de los sepultureros. También cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, se acercó a una pareja de jabalíes y curó a sus jabatos, que padecían ceguera. La madre, agradecida, se quedó junto a San Antón para protegerlo de los animales salvajes. Este es el motivo por el que se le representa con el hábito de monje y un cerdo a sus pies.
San Antonio Abad – Talla en madera de Francisco Salzillo
Una gran devoción
Decíamos al principio que Juan el Pobre tenía una gran devoción hacia estos dos santos y decidió dedicar su viuda a tratar de imitarlos, habitando en la cueva que hoy es la Ermita de San Antonio el Pobre, allá por el siglo XVI, y posteriormente le siguieron muchos más, ocupando las numerosas cuevas existentes en el monte.
Más tarde, en 1648, se declaró una terrible epidemia de peste bubónica, en la que se calcula que falleció el 30 porciento de la población del Reino de Murcia. Los ermitaños bajaron a la ciudad para ayudar, muriendo muchos de ellos, y Juan el Pobre inicio una serie de rogativas, portando por las calles de la ciudad de Murcia el cuadro que, como hemos citado anteriormente, tenia de San Antonio.
La epidemia remitió y desde entonces el lugar que hoy ocupa la ermita se convirtió, durante muchos años, en lugar de peregrinación para muchas personas, por lo que se pidió al Obispo, que entonces tenía su residencia de verano en el Monasterio de Santa Catalina del Monte, que autorizara la construcción de una pequeña ermita con el fin de poder visitar a los monjes y realizar ejercicios espirituales con ellos. En 1735 se encargó el proyecto al arquitecto José López, que había sido quien construyó el tercer cuerpo de la torre de la Catedral de Murcia.
Centro de visitantes San Antonio El Pobre
La seda en Murcia
Por otra parte, las primeras referencias históricas que tenemos sobre la seda en Murcia se remontan al siglo VII, aunque su gran auge se produjo a partir del año 1600. En esa época se traen a Murcia modelos industriales de Francia e Italia, se instalan en la ciudad grandes empresas sederas que proporcionan miles de puestos de trabajo, y comienza así la crianza de gusanos de seda en casi todos los hogares de la huerta, que suponía una fuente de ingresos muy necesaria para las familias.
Pasaron muchos años hasta que en siglo XIX, se desató una gran epidemia que afecto a los gusanos de seda, provocando enormes pérdidas, y de nuevo se recurrió a San Antón, consiguiendo que nuevamente remitiera el mal, aunque esta industria comenzaría un declive que a la larga seria definitivo.
Pero desde entonces se instauro la costumbre de la bendición de la simiente del gusano de seda, en la que el huertano esperaba a principios de marzo para recoger la simiente que tenía, con el fin llevarla a bendecir y lograr así una gran cosecha en la campaña que se iniciaba, y poder obtener unos ingresos muy necesarios.
Gusanos de seda – Bombyx mori
Se reunían y organizaban una romería que les llevaba hasta la Estación Sericícola, para recoger la figura del Cristo del Perdón que allí se custodiaba, y continuaban hasta la Ermita de San Antonio el Pobre, donde se celebraba una misa de campaña y la deseada bendición de la simiente.
También era costumbre que en la tarde del Viernes Santo se celebrara una procesión que salía desde el Convento de Santa Catalina del Monte, llevando la imagen de un Cristo yacente, al que acompañaban los frailes cantando himnos Gregorianos, y también hombres de Verdolay, La Alberca y Santo Ángel vestidos con trajes de pana negros, hasta que llegaban a la Ermita de San Antonio donde era depositada la imagen.
Vino después un periodo de abandono y se fue perdiendo esta costumbre, hasta que en 1975, la Peña Huertana La Seda de La Alberca recuperó la tradición, realizándose la romería hasta el Convento de Santa Catalina del Monte, debido al mal estado en que se encontraba la vieja ermita de San Antón. En 2006 el Ayuntamiento de Murcia inicia la restauración y desde entonces se ha recuperado la romería tradicional.
Visita a la ermita
Así que ahora disponemos de un lugar donde pasar momentos muy agradables visitando la cueva sobre la que se asienta la ermita, disfrutando igualmente del sonido de la pequeña cascada que nos lleva a tiempos antiguos, y escuchando las explicaciones que con tanta amabilidad y agrado nos ofrecen las personas que cuidan del Centro de Visitantes.
Entrada Centro Visitante San Antonio el Pobre
El Sendero Cultural
También comienzan desde este punto numerosas rutas de escasa dificultad que nos llevan a lugares muy próximos y de gran importancia y belleza, como el Santuario Ibérico, el Eremitorio de la Luz, el Castillo de Verdolay, el Valle Perdido, que nos brindan la posibilidad de disfrutar de saludables paseos por el monte saboreando nuestra historia y nuestras tradiciones.
Indicación en el Sendero Cultural el Valle (SM-MU 7)
Y para finalizar es de agradecer la colaboración de nuestro amigo Jerôme, que ayuda a publicar estos proyectos y a Mirian Iniesta Ibáñez, Técnico turismo del Centro de Visitantes San Antonio el Pobre. Más información en Centro de Visitantes San Antonio el Pobre.
Este articulo forma parte del Taller “recopilación de la historia y la memoria de Santo Ángel” 2019/2021.
Fotografías:
Bibliografía:
regmurcia.es – Ermita de San antonio el Pobre
carm.es – Fuentes educativas sobre las fiestas tradicionales de invierno en la Región de Murcia (1879-1903)
laopiniondemurcia.es – Una ruta a ‘La Montaña Mágica’
museodelprado.es – San Antonio Abad y san Pablo, primer ermitaño
surco.org – La Vida de San Pablo, el primer ermitaño
laportellada.es – Historia de San Antonio de Abad